Moralejas
En estos tiempos fuera de la computadora, he podido constatar -y vivir en carne propia- una experiencia aterradora, pero por demás cierta y concisa. No perderé el tiempo relatándoles cada detalle de los hechos (para eso están las salas de chat), pero bien puedo darles una metáfora de gran ayuda.
Había una vez, en un verde pastizal, un conejito blanco. Tan blanco como la nieve que sale en las películas estadounidenses de navidad. Un buen día, este conoció a una conejita blanca. Tan blanca como la nieve que sale en las películas estadounidenses de navidad. Los conejitos se conocieron, se enamoraron, tuvieron tiempo de cuchi cuchi y, al final, se casaron. Vivieron enormemente felices, derramando gotas de amor fiel y puro en cada ocasión que podían. El romance era tierno, hermoso, y candente en sentido tórrido y existencial. Al tiempo, de la unión de estos dos excéntricos ejemplares, nació una linda y tierna familia, compuesta por conejitos blancos. Tan blancos como la nieve que sale en las películas estadounidenses de navidad. La felicidad inundaba los corazones de tan blanca familia. Tan blanca como la nie...ustedes comprenden.
Cierto día efímero, la conejita, inspirada en el amor de su pecho, acariciaba tiernamente a su blancuzco esposo, cuando, de repente, se dá cuenta de que este tiene una pequeña mancha negra en forma de triángulo detrás de la oreja izquierda. Indignada, espantada, alocada y demás terminaciones en "aba", la pequeña y blanca conejita exclama con ahínco : cipriano! me has engañado! cómo pudistess decirme que eras completamente blanco, cuando tienes esta mancha negra? No quiero más, basta de tu sarta de mentiras insólitas, te exijo el divorcio!
El conejito, triste por la decisión de su amada, y después de tratar de convencerla de abortar tan incoherente petición, llegó a una súbita conclusión, su vida no significaba nada sin su añorada mujer coneja. Tomó sus cosas, se despidió de sus hijos, partió al sur y, al final del día, se encontró con unas vías de tren, el cual estaba próximo a pasar. Con calma sentida y triste, posó su cabecita blanca, tan blanca como la nieve, encima del frío solemne del metal y, en un abrir y cerrar de ojos, murió descabezado por el tren.
A los pocos días, la conejita ex esposa, fue requerida por el conejito forense de la zona. En dicha visita, reconoció el cadáver de su antiguo esposo y padre de sus 32 hijos, además de constatar que el triángulo negro cerca de su oreja era, en realidad, una mancha de grasa.
Moraleja : Nunca pierdas la cabeza por un triangulito de pelos negros.
Había una vez, en un verde pastizal, un conejito blanco. Tan blanco como la nieve que sale en las películas estadounidenses de navidad. Un buen día, este conoció a una conejita blanca. Tan blanca como la nieve que sale en las películas estadounidenses de navidad. Los conejitos se conocieron, se enamoraron, tuvieron tiempo de cuchi cuchi y, al final, se casaron. Vivieron enormemente felices, derramando gotas de amor fiel y puro en cada ocasión que podían. El romance era tierno, hermoso, y candente en sentido tórrido y existencial. Al tiempo, de la unión de estos dos excéntricos ejemplares, nació una linda y tierna familia, compuesta por conejitos blancos. Tan blancos como la nieve que sale en las películas estadounidenses de navidad. La felicidad inundaba los corazones de tan blanca familia. Tan blanca como la nie...ustedes comprenden.
Cierto día efímero, la conejita, inspirada en el amor de su pecho, acariciaba tiernamente a su blancuzco esposo, cuando, de repente, se dá cuenta de que este tiene una pequeña mancha negra en forma de triángulo detrás de la oreja izquierda. Indignada, espantada, alocada y demás terminaciones en "aba", la pequeña y blanca conejita exclama con ahínco : cipriano! me has engañado! cómo pudistess decirme que eras completamente blanco, cuando tienes esta mancha negra? No quiero más, basta de tu sarta de mentiras insólitas, te exijo el divorcio!
El conejito, triste por la decisión de su amada, y después de tratar de convencerla de abortar tan incoherente petición, llegó a una súbita conclusión, su vida no significaba nada sin su añorada mujer coneja. Tomó sus cosas, se despidió de sus hijos, partió al sur y, al final del día, se encontró con unas vías de tren, el cual estaba próximo a pasar. Con calma sentida y triste, posó su cabecita blanca, tan blanca como la nieve, encima del frío solemne del metal y, en un abrir y cerrar de ojos, murió descabezado por el tren.
A los pocos días, la conejita ex esposa, fue requerida por el conejito forense de la zona. En dicha visita, reconoció el cadáver de su antiguo esposo y padre de sus 32 hijos, además de constatar que el triángulo negro cerca de su oreja era, en realidad, una mancha de grasa.
Moraleja : Nunca pierdas la cabeza por un triangulito de pelos negros.
Comentarios
aplausos!!!
Saluditos!
Por qué haces mega post????...
Salu2! =)
Un abrazo
ja, ja, ja...
jajajaja
bueno... también la moraleja esta buena!
que bueno que ya estas de vuelta!
saludos
muaaa
ME HA ENCANTADO!!!