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Mostrando las entradas de octubre, 2007

Ilusiones...

Pocas veces he intentado ser un tanto objetivo y ver las cosas con una claridad incomparable. Ante todo, me he convertido en un ser suceptible, que vuelve suyas las emociones que rodean a los ambientes llenos con inelocuencia. Ciertamente me he dado cuenta de una verdad, verdad profunda que acaba con la ilusión que hace tiempo rondaba en mi aburrida faz. Dicho descubrimiento causa una sensación arremolinada en mi pecho, justo entre mi corazón y estómago; ridículamente intenté ver las maneras positivas, en un efímero vaivén de la vida, esperando que (por mera casualidad o triunfo) alguna de ellas pertenecieran a mis sucias y estiradas manos. Cuán equivocado estaba. Creo ahora que no podré obtener algo así, eso ha quedado relegado a aquellos que saben cómo poseerlo, aquellos que se valen de cualquier cúmulo de poder para satisfacerse (tema muy abordado en este, su vacío blog). No obstante, intentaba con ahínco creer que yo podría ser alguna excepción a esa regla creada por una persona s

Sólo...

Mírame, contempla mi amarga tesitura, mi compleja soledad. Antes de que cualquier cosa suceda. Mira los vívidos y cálidos destellos que tratan desesperadamente de llamar tu atención. Y la otra tuya. Ante todos los motivos que, fallidamente, han proclamado mi amor por ustedes. ¿No los sienten? Débil resplandor necesitado de reciprocidad, anhelando la ocasión, remota ante la desventurada ocasión, de ver y sentir. Obscuridad obtusa, cambiante de su fondo, que engulle, ríspida y devastadora, todo aquello que trata ansiosamente de apartarse de su compañía. Pensamientos traicioneros que me hacen contemplar la magnificencia de mi convulsión. Que reviven el pasado y que con él, desentierra el mismo sentimiento ambicioso y vacío que reposa plácido al centro de mi pecho. Sólo en el tiempo, en la casa sucia y retozante, en la calle fría y olorosa, en el parque vacío que atesora la sublime lluvia que se estrella en mis ojos. Porque no son lágrimas esas gotas que escurren por mis mejillas. No, no l

Memorias....

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Recuerdos de la niñez madura, acorde no a una edad en la que prevalece la irreverencia más no la sapiencia propia de el tesón adulto. La cotidianidad que exuda de cada momento trivial de esta vida alocada y soéz, impedía atraer ciertas imágenes, atrapadas en el baúl de los recuerdos. Aquél baúl que arrinconado tengo al final de mi constancia, aquél baúl que encierro con llave dorada suplicando nunca más hacerlo abrir, pues invade cada fibra melosa de mi lado humano. Me hace llorar, me convierte en algo que no soy, que detesto ser. Pero siempre hay una segunda oportunidad para repetir (y así comprender lo hermosamente) vivido. Visto de la perspectiva iracunda de la dudosa sociedad que impera y destruye el paso con mordaces llantos. Esa sociedad que atrae a las masas, las cuales anhelan formar parte de ella. Tontas, ilusas, sin sentido. La niñez me lleva a los rincones añejos de un loable barco, pequeño, cálido y sustentable. Corriendo por sus entrelazados andadores de madera, brillantes

Piérdeme....

Lo eres. por tu gentileza. Por tu bondad. Por tu cariño. Por tu benemérita actitud de ver que existo, de tomarme en cuenta. Por tomar mi mano y llevar mi mente a lugares inimaginables. por hacerme creer que en verdad hay otra salida para mi vida. Por estar allí, donde te necesito, en el momento adecuado. Por no dejar el lugar secreto, perdido en el limbo de la escaza vida. Por creer en mi, en mi capacidad. Y ahora, de este nuevo beso, el roce de tu piel con la mía. Los recuerdos han aflorado, como el camino que llevas y que, de repente, miras atrás viendo lo pasado. Tiempos mejores, perdidos en la memoria finita de la humanidad, quienes nunca lo vivieron. Diré que eres única, por tanto no te he podido olvidar, por tanto nadie ha llenado el vacío enorme que tu huella dejó en mi otrora ávido corazón. No importa cuan lejos, cuan fuera te encuentres, por que, aún cuando tu cuerpo distancíe del mío, tus ojos me tendrán reposante con solo cerrarlos. Quédate, silencia conmigo, al lado de mi.

Dejemos a un lado la pomposidad textual....

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Y avoquémonos a algunas de las postales que han permitido ver las cosas en otra forma y fondo, aquellas que han cambiado la percepción de las cosas en su seguro servidor (uh?). La acera de un poblado, donde sus flores caidas y hojas marchitas, tapizan la loable tierra. La imagen de un niño usada para cometer fraude en agravio del pueblo, muy común en mi país. La torre de pemex, alto y flagelante, lugar donde residen los encargados de enriquecer sus bolsillos. Una imagen homoerótica... en verdad freaky. El atardecer...