La verdad verdadera....
Llegando cálidamente al pináculo de las extravagancias, descubrí (por mera casualidad insustancial) que la película kilómetro 31 -aquella mexicana típica de terror, con errores cinematográficos y de guión- era basada en una historia verdadera, ocurrida en la década de los noventas. Modestia aparte, al parecer los sucesos tergiversaban lo verdaderamente absurdo de tal relato, cayendo en una serie de contradicciones símiles a las que se acostumbran a tener en estos casos cine-realidad.
Con tal de destapar la densa nube que envuelve a este hecho, me dí a la tarea de crear una hipótesis de lo ocurrido realmente en aquél mítico kilómetro:
Era una densa y tenebrosa noche, nítida y consumada. Un tipo se encontraba enmedio de una carretera, esperando a pedir un aventón a cualquiera que pasara por ese lugar. Poco a poco la densidad en el ambiente tergiversó en una tremenda tormenta, empapando al pobre sujeto, el cual maldecía su estúpida suerte. La espera era en vano pues nadie pasaba por aquél lugar, aunado a esto, la tormenta arreciaba aún más.
De repente, notó cómo un viejo carro cruzaba lentamente el asfalto, deteniéndose (para su asombro) enfrente de su cara. La lluvia era fuerte, por lo que no dudó ni un segundo en abordar tal vehículo. Su asombro fue mayor cuando ya dentro, volteó hacia el conductor y no percibió ninguna presencia. Seguidamente, el auto comenzó a moverse lenta y suavemente, dirigiéndose al borde de una cerrada curva.
Terror sentía aquél tipo, pensando en morir, orando a su dios para no perecer. No obstante, antes de tocar la curva, una tenebrosa y sucia mano se introduce por la escotilla de la ventana, moviendo sinuosamente el volante, evitando así el fatal accidente.
Traumatizado por el terror, el sujeto toma fuerzas de su interior, buscando no quedarse dentro del maldito carro, temiendo la presencia de espíritus malvados, que harían con él cosas muy malas y sucias. Sale corriendo de el carro, dirigiéndose al pueblo más cercano, buscando a alguien que le creyera todo lo ocurrido. Deambulado, todo empapado, entró a una cantina que figuraba solitaria. Pidió un trago de tequila al encargado, contando a la vez la terrible experiencia, ante la mirada asombrada de los presentes.
A la media hora entran dos sujetos, empapados por igual, uno le dice en tono molesto al otro : mira juan, ALLÍ ESTÁ EL HIJO DE LA CHINGADA QUE SE SUBIÓ AL CARRO CUANDO LO VENÍAMOS EMPUJANDO!
Por lo visto, esa es mi verdad, y para fomentar las escazas risas, pongo fondo de risas grabadas....
Con tal de destapar la densa nube que envuelve a este hecho, me dí a la tarea de crear una hipótesis de lo ocurrido realmente en aquél mítico kilómetro:
Era una densa y tenebrosa noche, nítida y consumada. Un tipo se encontraba enmedio de una carretera, esperando a pedir un aventón a cualquiera que pasara por ese lugar. Poco a poco la densidad en el ambiente tergiversó en una tremenda tormenta, empapando al pobre sujeto, el cual maldecía su estúpida suerte. La espera era en vano pues nadie pasaba por aquél lugar, aunado a esto, la tormenta arreciaba aún más.
De repente, notó cómo un viejo carro cruzaba lentamente el asfalto, deteniéndose (para su asombro) enfrente de su cara. La lluvia era fuerte, por lo que no dudó ni un segundo en abordar tal vehículo. Su asombro fue mayor cuando ya dentro, volteó hacia el conductor y no percibió ninguna presencia. Seguidamente, el auto comenzó a moverse lenta y suavemente, dirigiéndose al borde de una cerrada curva.
Terror sentía aquél tipo, pensando en morir, orando a su dios para no perecer. No obstante, antes de tocar la curva, una tenebrosa y sucia mano se introduce por la escotilla de la ventana, moviendo sinuosamente el volante, evitando así el fatal accidente.
Traumatizado por el terror, el sujeto toma fuerzas de su interior, buscando no quedarse dentro del maldito carro, temiendo la presencia de espíritus malvados, que harían con él cosas muy malas y sucias. Sale corriendo de el carro, dirigiéndose al pueblo más cercano, buscando a alguien que le creyera todo lo ocurrido. Deambulado, todo empapado, entró a una cantina que figuraba solitaria. Pidió un trago de tequila al encargado, contando a la vez la terrible experiencia, ante la mirada asombrada de los presentes.
A la media hora entran dos sujetos, empapados por igual, uno le dice en tono molesto al otro : mira juan, ALLÍ ESTÁ EL HIJO DE LA CHINGADA QUE SE SUBIÓ AL CARRO CUANDO LO VENÍAMOS EMPUJANDO!
Por lo visto, esa es mi verdad, y para fomentar las escazas risas, pongo fondo de risas grabadas....
Comentarios
pero como es posible que le dediques tiempo a una película tan chafa como lo fue km 31
desde que veia el trailer dije "seguro esta fea"
y no me equivoqué
prefiero las de "choqui" el muñeco inflable.... jajajajaja
pobre pendejo, lo madrearon al wey???
A ver si al rato te pones a analizar Sirenas Anales, Cleopatra o La ley de la pistola.
1:Te maldigo por malgastar tu culto tiempo en ver esas chingaderas.. recuerda que no hay mal cine mexicanos... hay malos mexicanos que lo consumen.
2:Te reclamo por la drogas que se me perdieron justo antes de que vieras esa "pelicula"
Saludos
Tú copa está servida para que brindemos.
Deseo extender mi agradecimiento a tod@s losBlogue@s
Abrazos para tu alma.
Muy al estilo de mi familia.
JAJAJA.
Abrazos.
Besos de chicle! =)